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¿Se acabó el trabajo en los espacios abiertos?

Desde hace varias décadas, las oficinas de tipo espacios abiertos han conocido un auge, ya que se consideran espacios que favorecen el intercambio de ideas, la convivencia y la creatividad. Sin embargo, la llegada del coronavirus ha influido también en la concepción de los espacios de trabajo, e incluso de la propia arquitectura.


Durante los meses de confinamiento, el teletrabajo ha sido la única opción de muchas empresas para poder continuar su actividad, y ahora que nos adentramos en la nueva normalidad, muchas empresas buscan la manera de garantizar la seguridad de sus trabajadores en el lugar de trabajo.


¿Significa esto una vuelta a las oficinas de cubículos típicos de hace unas décadas? 


No necesariamente. Si bien es cierto que la antigua concepción del trabajo abierto, donde se compartían espacios y materias de trabajo no puede mantenerse debido a las medidas de distanciación actuales, hoy en día existen otras opciones más adaptadas al modo de trabajo actual que también protegen la salud de sus trabajadores. La recomendación general es destinar unos 4m2 de superficie por trabajadores, para asegurar la distancia de un metro alrededor de la persona, así como limitar al máximo las superficies de uso común, pues favorecen el contacto y, por lo tanto, el riesgo de contagio.


Muchos especialistas coinciden en que es posible que a partir de ahora encontremos muchas más «zonas de silencio», en las que el trabajador tenga la posibilidad de trabajar sin las distracciones típicas de un espacio compartido por varios trabajadores. De hecho, muchas personas, al volver del teletrabajo, han experimentado una mayor dificultad para concentrarse en espacios ruidosos. Este tipo de espacios son perfectos para puestos de trabajo que requieran, por ejemplo, la escritura o el uso de programas específicos. De esta manera, se podrían combinar espacios de silencio y otros basados en el concepto de convivencia o el intercambio de ideas, apropiados para puestos de trabajo que requieran el uso del teléfono, por ejemplo. 


Si la dinámica de su empresa se basa en el intercambio continuo de ideas y en el trabajo en equipo, donde un espacio abierto evitaba desplazamientos innecesarios, es posible que la vuelta a los cubículos pueda ser una opción interesante. Actualizando el concepto de «cubículo» se pueden conseguir espacios favorables a la cooperación continua y al trabajo en equipo sin arriesgarse a contagiarse. Por ejemplo, se pueden utilizar materiales transparentes o translúcidos, y completarlos con cortinas que minimicen el ruido para poder adquirir un poco más de silencio de silencio en caso de necesitarlo. Además, se deberán privilegiar los materiales no porosos para facilitar su limpieza y desinfección.


Sin embargo, parece que en la nueva normalidad el teletrabajo no va a desaparecer tan rápidamente. De hecho, las nuevas circunstancias podrían ser la oportunidad perfecta para reinventar la función de las oficinas y de las salas de reuniones. Una empresa en la que se combine el teletrabajo con estaciones presenciales en las que predominen los espacios modulares, que puedan adaptarse y convertirse en un espacio de reunión y de intercambio, en el que prime el bienestar, la seguridad y la productividad.


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